Domingo XIV del TO
Por: Luisa Azor. IS. Hija del Corazón de María. Sevilla

 

Textos Litúrgicos:

Ez 2, 2-5
Sal 122
2Cor 12, 7-10
Mc 6, 1-6

“Recibimos Una Invitación”

 

La Palabra de Dios es viva, eficaz y más cortante que toda espada de dos filos (Hb 4, 12). Estas palabras de la carta a los Hebreos se cumple en los textos de la Sagrada Escritura que se proclama en la Eucaristía de este XIV Domingo del tiempo Ordinario. Y recibimos una invitación firme a examinar nuestro corazón a la luz de esta Palabra para crecer en autenticidad.

Somos Pueblo de Dios, pueblo escogido por pura Gracia. En su llamada, Dios es infinitamente generoso e incondicional, su Amor es desproporcionado e ilógico porque nuestra respuesta va a ser siempre desigual e ínfima. Pero, podemos caer fácilmente en la tentación de apropiarnos de este nombre regalado de Pueblo de Dios y de “domesticar” el Nombre de Jesús. Más a menudo de lo que quisiéramos, creemos que ya lo sabemos todo de Jesús, conocemos su vida, su trayectoria y no estamos dispuestos a dejarnos sorprender por la “sabiduría” de Dios que se escapa a nuestro control y a nuestra lógica. Podemos seguir siendo pueblo de dura cerviz (Ex 2, 3) y no abrir nuestro corazón a la fuerza poderosa de Jesucristo que es capaz de transformar la vida. Por puro amor, Dios ha elegido respetar nuestra libertad de manera radical. Por eso, solo dependerá de nosotros, de nuestra apertura de corazón, el que Jesús pueda hacer milagros en nuestra vida, como sucedió en Nazaret.

Pidamos, con fuerza a Dios que nos dé un corazón humilde, un corazón de criatura que nos haga esperar todo de Él. Que nos abra el oído para grabar a fuego en el corazón sus palabras de vida: “Te basta mi Gracia: la fuerza se realiza en la debilidad”.